LA PROFESIÓN DE ABOGADO
Soy
Abogado de ejercicio y no tengo ningún sentimiento corporativista.
Conozco personal y profesionalmente a otros muchos abogados,
entre los cuales puede que haya algún que otro sinvergüenza, pícaro, mal
profesional y hasta algún “presunto” delincuente, pero la gran e inmensa
mayoría de ellos (que son unos cientos de mis conocidos) son, además de buenas
personas, excelentes profesionales, como me imagino que ocurrirá en todas las demás
profesiones.
Por ello, hablar genérica y colectivamente sobre los
abogados es referirse a todos ellos, salvo que se comente un hecho concreto o
individualizado, aunque sea a modo de chiste o de relato de ficción.
En el Suplemento PAPEL de EL MUNDO del 15-01-2017 hay un
relato de “ficción” de Hernán Casciari en el que los abogados (en plural), o
sea, todos los abogados (incluido yo) somos definidos de la siguiente forma:
De todos los oficios
el que más me repugna es el de los abogados. Se me hace cuesta arriba entender
cómo es posible que todos los abogados no estén presos. Si este mundo fuera
realmente justo, debería haber jaulas a la salida de la Universidad de Derecho.
Cada vez que salga un jovencito recibido de abogado, con su toga ridícula y su
diploma enrollado, habría que cerrar con llave la jaula y mandarlo al
zoológico. Que me perdonen las focas…
Siempre en un juicio
habrá un abogado que miente. Siempre habrá uno que sabe la verdad e intenta
disfrazarla de otra cosa. Siempre habrá uno que, por dinero, tiene permitido
mentir y falsear la realidad. Cuanto mejor sea un abogado en su oficio, más
personas dirán de él: “Que hijo de puta”…
Entonces nació el
abogado: un tipo de debía decir quién tenía razón…
Se decidió entonces
que el que más tenía, más pagaba. No hubo tiempo para llamarle a esa práctica
soborno, porque el que más pagaba eligió llamarlo Justicia.
Cada vez que veo o
escucho a un abogado me da asco. No puedo evitarlo…
A nadie le pone los
pelos de punta saber que estamos en manos de unos tipos que cobran por mentir,
que deciden si vamos presos o no, que deciden casi todo con argumentos
rarísimos, con palabras inventadas, con leyes que no tienen sentido y que
impulsaron sus abuelos, que también eran abogados o políticos (un político es
un abogado más viejo)…
Los oficios ruines
nacen y se reproducen en el seno de la gente ruin, con el objeto de salvar a la
gente ruin. Los demás (la gente serena, la gente pobre, la gente) puebla el
mundo con el secreto designio de cumplir una condena injusta…
El abogado defiende
mejor al que mejor le paga…
Yo habría sido un
gran abogado. El más hijo de puta de todos…
Pero gracias a dios,
para cada oficio espurio hay uno noble. Incluso si tu talento en la tierra es
el de mentir. Yo por ejemplo elegí contar cuentos y decir públicamente barbaridades
sin importancia…
Supongo que las “barbaridades” de este relato se amparan en
el derecho a la libertad de expresión y, en base a ese mismo derecho, le digo
al periodista argentino autor de la “ficción” que los abogados no mentimos en nuestro
oficio, porque los que declaran en los juicios son los clientes o los testigos;
los abogados no decidimos quién tiene razón, ya que son los jueces los que
dictan las sentencias; los abogados no cobramos a los ricos para falsear la
realidad, porque hay miles de abogados de oficio “gratis” que defienden con
todos los medios a su alcance a los pobres; los abogados tampoco decidimos encarcelar
a las personas, ya que son los jueces los que, a través de un proceso con todas
las garantías, imponen las penas de prisión a los que declaran autores de cometer
un delito grave que lleve aparejada dicha pena; y los abogados tampoco hacemos
las leyes, porque las aprueban los gobiernos y parlamentos elegidos
democráticamente (por lo menos aquí).
Pero, ante todo y sobre todo, quiero decirle al
“cuentacuentos” que mis abuelos no fueron abogados ni políticos, sino unos
humildes agricultores de La Mancha, pero que la abuela de mi mujer la previno,
cuando era jovencita, de los tipos locuaces que eran “aspirantes a pretendiente de una plaza de escribiente”.
Luis M. Garrido.
Abogado.