martes, 4 de diciembre de 2018








GOLFOS, PÍCAROS Y GRANUJAS


En España existen multitud de pillos, farsantes y sinvergüenzas que se han dedicado (y continúan dedicándose) a esquilmar al erario público, independientemente de su afiliación o afinidad política.

Casi todos los casos de corrupción giran en torno a tres vértices: administración, contratos públicos y urbanismo, A menor nivel de administración (Ayuntamientos y empresas y organismos públicos), más corrupción; a mayor volumen de contratos (obras, limpieza, basuras), más comisiones; a menor control, más prevaricación y fraude. Y afectan a casi todos los partidos políticos y sindicatos.

La lista de casos famosos de corrupción es bastante larga: Gurtel, Púnica, Palau, Pujol, ERES, Lezo, Pokémon, Malaya, Bárcenas, Pretoria, Bankia, Brugal, Fabra, Taula, Noos, Guateque, Palma Arena, Pallerols, Poniente, Rasputín, Auditorio, Matas, Saqueo, Rato, Novagalia, CAM, Acuamad, Filesa, Invercaria, Mercasevilla, Adif, Naseiro, ITV, etc. Pero también existen casos menos famosos que afectan a cientos de Alcaldes de pequeños municipios que han sido condenados por prevaricación o delitos urbanísticos.

Yo siempre digo que quien te roba con la mano izquierda es un ladrón y quien te roba con la mano derecha es otro ladrón. Aunque tengan distinta ideología, los ladrones siempre hacen lo mismo: apropiarse de lo ajeno, sea privado o público. Por eso siento rabia cuando nos referimos a los “tuyos”, a los “míos” o a los “otros” sin comprender que, a la postre, están “robando” dinero que es de “todos”. Dinero que se lo apropian particulares y que debería de haberse destinado a servicios públicos de general utilidad (sanidad, educación, carreteras, pensiones, etc.).

Pero los golfos, pícaros y granujas no son solo políticos, sino que pululan por todos los sectores de la sociedad y están asociados a sisas, sobornos, sobresueldos, compensaciones y regalos de todo tipo. Uno de los más llamativos eran los “congresos” de médicos pagados por empresas farmacéuticas que iban desde comidas o cenas hasta viajes, pasando por regalos de todo tipo (cestas, entradas de espectáculos, etc.).

Siguiendo la clasificación de José-Luis Rodríguez Ortíz, profesor de psicología social aplicada de la UCM, que tiene sus fuentes en la novela picaresca del Siglo de Oro, existen cuatro tipos de figuras:

LOS ALFARACHES: están ubicados en organismos públicos o instituciones oficiales y tienen información privilegiada o influencias valiosas para especular, agilizar permisos o adjudicar contratas. Normalmente actúan solos y negocian sus recompensas personalmente. Sus ejemplares más conocidos son altos ejecutivos y sus ganancias las suelen camuflar como gastos de representación que compensan su “difícil” trabajo. Su máxima es “el tiempo es oro” y su justificación que lo importante es la calidad y no la cantidad. Tienen horarios flexibles, múltiples actividades y suelen compaginar su salario y puesto público con gestiones privadas. También se les conoce como “conseguidores”.

LOS LAZARILLOS: son el polo opuesto. Aunque también actúan solos y aisladamente, tienen poca libertad de movimientos debido al control de sus actividades, por lo que, si no consiguen sus objetivos, a veces recurren al sabotaje. Dentro de este grupo encontramos a cajeros, taquilleros, conductores o encargados. Su sisa puede abarcar desde el absentismo laboral hasta el hurto, debido a su trabajo monótono y repetitivo.

LOS MONIPODIOS: actúan en grupo, como los mineros, estibadores, empleados de limpieza, pilotos de aeronaves, controladores aéreos y trabajadores de instituciones cerradas. Su sisa es creativa, ya que afecta a todos, por lo que tienen filtros para acceder al grupo, teniendo preferencia los familiares. Su estructura es jerarquizada, primando la antigüedad y experiencia. Suelen ser conservadores puesto que protegen la continuidad y estabilidad de sus “derechos”, restringiendo la competencia y los cambios organizativos o tecnológicos. Si no consiguen sus objetivos “paralizan” su trabajo, y el de los demás, con huelgas.

LOS BUSCONES: suelen actuar en grupo y sus actividades están sometidas a frecuentes cambios, ya que su picaresca es adaptativa y depende de las oportunidades que se les presenten en su trabajo. Algunos ejemplos son los camareros, taxistas, repartidores y vendedores ambulantes. Aunque su sisa es individual se realiza dentro de un marco colectivo sincronizado con los demás trabajadores de la empresa o gremio. No obstante, existe desigualdad entre ellos debido a las posibilidades de sisa, ya que algunos lugares para obtenerla son mejores que otros; de ahí que también exista rivalidad y competitividad para conseguir la mejor posición. Últimamente se han añadido a este grupo los “okupas”, “mendigos” y “aparcacoches”.


Luis M. Garrido.
Abogado.