GOLFOS, PÍCAROS Y GRANUJAS
En España existen multitud de pillos,
farsantes y sinvergüenzas que se han dedicado (y continúan dedicándose) a
esquilmar al erario público, independientemente de su afiliación o afinidad
política.
Casi todos los casos de corrupción
giran en torno a tres vértices: administración, contratos públicos y urbanismo,
A menor nivel de administración (Ayuntamientos y empresas y organismos públicos),
más corrupción; a mayor volumen de contratos (obras, limpieza, basuras), más
comisiones; a menor control, más prevaricación y fraude. Y afectan a casi todos
los partidos políticos y sindicatos.
La lista de casos famosos de
corrupción es bastante larga: Gurtel, Púnica, Palau, Pujol, ERES, Lezo, Pokémon,
Malaya, Bárcenas, Pretoria, Bankia, Brugal, Fabra, Taula, Noos, Guateque, Palma
Arena, Pallerols, Poniente, Rasputín, Auditorio, Matas, Saqueo, Rato,
Novagalia, CAM, Acuamad, Filesa, Invercaria, Mercasevilla, Adif, Naseiro, ITV, etc.
Pero también existen casos menos famosos que afectan a cientos de Alcaldes de
pequeños municipios que han sido condenados por prevaricación o delitos urbanísticos.
Yo siempre digo que quien te
roba con la mano izquierda es un ladrón y quien te roba con la mano derecha es
otro ladrón. Aunque tengan distinta ideología, los ladrones siempre hacen lo
mismo: apropiarse de lo ajeno, sea privado o público. Por eso siento rabia
cuando nos referimos a los “tuyos”, a los “míos” o a los “otros” sin comprender
que, a la postre, están “robando” dinero que es de “todos”. Dinero que se lo
apropian particulares y que debería de haberse destinado a servicios públicos
de general utilidad (sanidad, educación, carreteras, pensiones, etc.).
Pero los golfos, pícaros y
granujas no son solo políticos, sino que pululan por todos los sectores de la
sociedad y están asociados a sisas, sobornos, sobresueldos, compensaciones y regalos
de todo tipo. Uno de los más llamativos eran los “congresos” de médicos pagados
por empresas farmacéuticas que iban desde comidas o cenas hasta viajes, pasando
por regalos de todo tipo (cestas, entradas de espectáculos, etc.).
Siguiendo la clasificación de
José-Luis Rodríguez Ortíz, profesor de psicología social aplicada de la UCM, que
tiene sus fuentes en la novela picaresca del Siglo de Oro, existen cuatro tipos
de figuras:
LOS ALFARACHES: están ubicados
en organismos públicos o instituciones oficiales y tienen información
privilegiada o influencias valiosas para especular, agilizar permisos o
adjudicar contratas. Normalmente actúan solos y negocian sus recompensas
personalmente. Sus ejemplares más conocidos son altos ejecutivos y sus
ganancias las suelen camuflar como gastos de representación que compensan su “difícil”
trabajo. Su máxima es “el tiempo es oro” y su justificación que lo importante
es la calidad y no la cantidad. Tienen horarios flexibles, múltiples
actividades y suelen compaginar su salario y puesto público con gestiones
privadas. También se les conoce como “conseguidores”.
LOS LAZARILLOS: son el polo
opuesto. Aunque también actúan solos y aisladamente, tienen poca libertad de
movimientos debido al control de sus actividades, por lo que, si no consiguen
sus objetivos, a veces recurren al sabotaje. Dentro de este grupo encontramos a
cajeros, taquilleros, conductores o encargados. Su sisa puede abarcar desde el
absentismo laboral hasta el hurto, debido a su trabajo monótono y repetitivo.
LOS MONIPODIOS: actúan en grupo,
como los mineros, estibadores, empleados de limpieza, pilotos de aeronaves,
controladores aéreos y trabajadores de instituciones cerradas. Su sisa es
creativa, ya que afecta a todos, por lo que tienen filtros para acceder al
grupo, teniendo preferencia los familiares. Su estructura es jerarquizada,
primando la antigüedad y experiencia. Suelen ser conservadores puesto que
protegen la continuidad y estabilidad de sus “derechos”, restringiendo la
competencia y los cambios organizativos o tecnológicos. Si no consiguen sus
objetivos “paralizan” su trabajo, y el de los demás, con huelgas.
LOS BUSCONES: suelen actuar en
grupo y sus actividades están sometidas a frecuentes cambios, ya que su
picaresca es adaptativa y depende de las oportunidades que se les presenten en
su trabajo. Algunos ejemplos son los camareros, taxistas, repartidores y
vendedores ambulantes. Aunque su sisa es individual se realiza dentro de un
marco colectivo sincronizado con los demás trabajadores de la empresa o gremio.
No obstante, existe desigualdad entre ellos debido a las posibilidades de sisa,
ya que algunos lugares para obtenerla son mejores que otros; de ahí que también
exista rivalidad y competitividad para conseguir la mejor posición. Últimamente
se han añadido a este grupo los “okupas”, “mendigos” y “aparcacoches”.
Luis M. Garrido.
Abogado.